Para el señor Luis, los treinta años de servicio público en aquel municipio distrital, no le sirvieron para que el nuevo alcalde y su nueva gestión lo mantuvieran en su puesto, de modo que fue desechado como papel desechable. Ahora con sus sesenta años y los vanos intentos de encontrar un nuevo empleo, decide emprender un viaje a su pueblo natal en el que hace veinticinco años, los terroristas acabaron con la vida de campesinos, entre ellos sus padres. Es así que Luis o don Luis como lo llama Jorge su ayudante, retoma el oficio que le enseñó su padre cuando aún era niño, la apicultura. Acompañado de su tía Rosalía, Luis ve en la vida del pueblo una nueva oportunidad para continuar.